viernes, 22 de mayo de 2015

phthia picta


Champagne cherry.

No quiero hablar sobre tomates, ya no están. Se los llevaron ellas. Phthia picta. La bruja del tomate. Cuantas historias de susto podría contar sobre esta señora que es mil veces una, escurridiza, entre las manos se escapa y hiede, no le importa ser observada.
Phthia picta, phthia picta...Se te pega...como se pega a los tomates, todo alrededor. 
Podría ser un mantra, una canción, un conjuro que al ser repetido tantas veces como llegas a verla se vuelve realidad. La gran amante, la que todo lo rodea, Phthia picta.

La chinche del tomate se llevó mi cosecha y no fue tan importante. Podría haberla exterminado y la dejé correr. Dejé que picara los tomates desde el inicio, que se alimentara de ellos desde que estaban verdes para luego plasmar pequeñas manchas amarillas en las zonas afectadas. Más tarde cuando los tomates van madurando esa zona queda más dura y luego se pudre. Es un proceso no digno de ver.

Corté malezas, regué, entutoré, mimé, pero no pude con ellas. Dejé librado a la suerte el destino de mi huerta este verano y eso fue lo que pasó. Pasó Phthia picta. 
Entre la gramilla, dentro de las cañas, volando bajo el calor sofocante del mediodía. Estuvo siempre y yo lo supe.
Como los zapallos siguen produciendo en mayo los tomates se fueron temprano. Extrañas cosas pasan en el norte cuando dejás que las cosas no paren de suceder.

Zapallos de mayo.


Albahacas que se niegan a desaparecer.



*No puedes perder lo que nunca te perteneció.





                              

miércoles, 29 de abril de 2015

Hacia adentro

El otoño le sienta bien a Paysandú, siempre lo dije, hasta en mis momentos más profundos de odio hacia esta ciudad el otoño le ha sentado bien. Es el fin del sufrimiento.
En verano se vive un calor agobiante donde uno se mira la piel una y otra vez para saber realmente si no estamos a punto de arder en llamas. Y no exagero, por lo menos yo me he visto en esta situación más de una vez. La falta de aire de mar es lo que lleva a esta ciudad a siempre estar sedienta. Los colores opacados por el sol denotan esa furia con la que la estación estival nos maltrata, como si nos odiara realmente.
Este post se iba a llamar ''Las plagas del Norte'' pero ha llegado un poco tarde, un poco adrede. Al principio parecía apropiado, pero ya a fin del verano  fue cuando comencé a notar cambios en como el sol me trataba  y yo también comencé a cambiar mi forma de sentir hacia él. Parecía quererme.
Y así como el sol comenzó a bajar su intensidad yo empecé a soltar, a relajar y a perdonar todo ese daño que percibía tan personal pero que en realidad solo es parte del ciclo de vivir más hacia el norte, más hacia adentro.
Es gracioso como cuando estamos en la capital y nos vamos hacia algún departamento del país de visita o vacaciones decimos ''te vas para afuera'' o en mi caso lo que  escucho muy seguido es ''estás viviendo afuera?''
Es gracioso por que cuando nos referimos a departamentos que no son la capital decimos que son parte del ''interior'' del país, como si el alma allí estuviera. Parece que para conocerse realmente en algún momento todos deberíamos acampar allí.
Adentro, donde no hay aire, donde todo parece achicarse hasta que nos percibimos en una explosión en sí misma, en el Temazcal del mapa, el interior.



En el fin y el comienzo, todo pasa en un segundo.




martes, 17 de marzo de 2015

Volver de volver.

Una mudanza está dentro de los tres hechos más movilizadores dijo Rossina.
Siempre adoré mudarme. Viajaba liviana.
En este último traslado mi carga fue mucho más pesada. No he hablado de mi mudanza realmente. No hablé de las millones de lágrimas que dejé en ese asiento del lado del pasillo. No hablé de los kilos de grasa que deseché, no hablé de la decena de muebles que me siguieron en esa ruta a los tumbos, mutilándose unos a otros, desgastándose como no lo habían hecho en años.
No hablé de las horas de terapia, del abandono de mi perra, del olvido de la huerta.
No hablé realmente por que lo viví.

Como dice un amigo hay que vivir el dolor intensamente como vivimos los momentos felices y yo me dediqué a eso por un tiempo. Me dediqué a perder. Me convertí en la campeona de las pérdidas, hice un estandarte de todas las cosas que consideraba ya no eran mías. Yo ya no vivía más ni acá ni allá.  Era dueña de ningún lugar.
En ningún lugar encontré el desapego y comprendí que nada fue realmente mío, y fui dura. No había de quien despedirse, ni a quien olvidar. Todo seguía en el lugar exacto, eternamente en movimiento. Era yo la que me había mudado.
Como una serpiente mudé mi piel para que con ella se adornen conversaciones del pasado, dejé en ella la construcción de los recuerdos y llevé conmigo las nuevas picaduras, las nuevas presas, los nuevos enemigos. Mutando es que encontré la salida y las cosas comenzaron a brotar en mí nuevamente cuando decidí volver a ponerles atención. Todo estaba ahí esperándome, yo había vuelto.






sábado, 31 de enero de 2015

Soltar hilos.



...De la niebla surgió la mirada, a pocos centímetros de donde estaba.
ahí lo encontró y siempre lo supo,
su imagen distorsionada se dibujaba limpia en medio del humo.
Seguirá buscando la sombra? Ella estaba esperando; y preguntó.

Lo merecido duerme entre cintas y palabras,
el engaño de quien mira y merece, de quien brinda y quita.
Las disculpas igualmente apacibles y filosas.



Mientras aparece la cosecha brotan de mis manos los hilos.






jueves, 25 de abril de 2013

Moretón


Desaparece.
El cuerpo camina pisando colchones amarillos; y camina.
Las cloacas destapadas como fuentes, los pájaros cayendo en picada,
y el cuerpo camina, descansa destruído.

El cielo que mira profundamente no se esfuerza en iluminarlo,
el ojo vendado es lo que toca, el mal gen y la herencia.
Un túnel de día y de noche, círculo sin dolor ni principio,
eso es lo que el cuerpo quiere. Se acaba la cortesía cuando mira.

La carne de los otros se pega a la piel pisoteada,
los ecos de algunas horas retumban hasta ser remplazados
amontonados como albóndigas magulladas que es lo que el cuerpo deja.
Vuelta al ardor, vuelta al whisky y la manzana.
Llora el silencio y vuelve a la caza.